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La historia de la hirudoterapia -el método de tratamiento con sanguijuelas- se extiende a lo largo de muchos siglos, experimentando periodos tanto de popularidad como de olvido. A finales del siglo XVIII y principios del XIX este método se difundió ampliamente en Europa. Hoy su eficacia está científicamente confirmada gracias al estudio de las sustancias biológicamente activas contenidas en la secreción de las sanguijuelas. El secreto contiene unas 100 sustancias que ejercen una influencia positiva sobre el organismo, entre ellas acciones antiinflamatorias, antitrombóticas e inmunomoduladoras.
Las investigaciones modernas confirman no sólo las propiedades terapéuticas de la secreción de sanguijuela, sino también su efecto rejuvenecedor. Atrae la atención de especialistas en trasplantes de órganos, cirujanos plásticos y otros profesionales de la medicina.
Uno de los nuevos enfoques de la hirudoterapia es su combinación con la reflexoterapia. La activación de puntos biológicamente activos mediante el uso de sanguijuelas puede ayudar a restaurar el sistema energético del cuerpo y mejorar la microcirculación sanguínea.
La hirudoterapia tiene sus propias indicaciones y contraindicaciones. Está indicada para una serie de enfermedades como la hipertensión, la tromboflebitis, las hemorroides, el asma bronquial y otras, pero tiene contraindicaciones como la hemoglobina baja y la tendencia a las hemorragias.
Los hirudoterapeutas modernos sólo utilizan sanguijuelas medicinales, que se cultivan en condiciones especializadas. La aplicación y el número de tratamientos se determinan individualmente para cada paciente, lo que hace que este método de tratamiento sea seguro y eficaz.
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